Afrikana es un largometraje de ficción, co-escrito junto a Daniel Vidal. Un drama con tonos naturalistas y surrealistas, algo que ya exploré en mi anterior trabajo, el cortometraje Playa Chica, también rodado en Tarifa, última frontera europea con África.

Afrikana es principalmente el retrato de un personaje, La Geóloga, que encarna al progreso más clásico y mesiánico; unir físicamente dos continentes. Pero también a su dimensión más interna y personal; transformar la propia biología para alargar la posibilidad de concebir, usando las modernas técnicas de reproducción artificial. África es a la vez una misión y la búsqueda romantizada del lugar primigenio, donde la vida debe surgir exuberante. De esta manera, estamos construyendo una imbricación entre personaje, paisaje y mito; corrugados e intercalados como en las capas de una formación geológica.

Veo el progreso como motor interno que nos define, nos impulsa y a la vez nos acecha, nos “araña”. Un conflicto irresoluble que quizás solo podemos gestionar renovando el relato de lo que somos. Y no es solo simbolismo que Afrikana transcurra en Tarifa, “la punta de Europa”. Curiosamente el progreso no ha dejado de manifestarse aquí desde la antigüedad. La última vez que ocurrió, Tarifa pasó de puertecito pesquero y frontera azotada por el viento a paraíso hedonista: windsurf, discotecas, mojitos, tataki de atún. El haber crecido aquí durante ese cambio, me hace reconocer a esta frontera como el mejor lugar para indagar sobre el progreso. Es Tarifa uno de esos lugares donde la fuerza natural siempre ha condicionado a sus habitantes. No es algo nuevo en el cine, lo hemos visto en cineastas como Claire Denis o en películas como Stromboli. Pero aquí, La Geóloga está en disposición de medirse con la naturaleza, de modificarla.