Matilde (56) vive con su marido y su hija en un chalet adosado de Carabanchel, es Project Manager de una multinacional japonesa y le encanta su trabajo. Sin embargo, siente que su vida se ha estancado. Su madre acaba de fallecer, su relación de pareja se ha quedado sin pasión y su cuerpo está mutando. Ya no le baja la regla, el sexo le duele y sufre cambios bruscos de humor.

Es en la lectura del testamento donde su madre le desvela un secreto familiar: cabe la posibilidad de que su padre biológico sea una estrella de baladas románticas de los 60. Este hecho despertará una obsesión en Matilde. Encuentra en el cantante un referente, un padre, un icono pop en el que refugiarse. Esa posibilidad se convierte en un antídoto que le permite evadirse de su vida y, por unos instantes, ser otra persona. Poco a poco Matilde irá transformando su imagen y su comportamiento hasta ser una versión insolente y excéntrica de la estrella. Será a través de ese cantante desde donde podrá transitar su propio duelo y crisis de identidad.

La hija bastarda muestra la transición de una mujer en pleno conflicto existencial hacia su propia plenitud. Cuando Matilde acepte sus fantasías más oscuras e instintivas, conseguirá liberarse.