Esta película lleva un año construyéndose desde el tejado, o a través de las ventanas. Desde el tejado hará crecer sus cimientos. Yo quería escribir un guion, pero no conocía a mis personajes, así que necesité personas de carne para ver cómo se movían entre las frases que me inventé.

A partir de un argumento y de algunas escenas robadas a Hong Sang Soo y a François Truffaut he improvisado ensayos con los actores que quiero para la película: Ester Bellver y Javier Espárrago. Ester, actriz y dramaturga, apareció en mi vida cuando yo tenía ocho años, en el lavapiés de una piscina de montaña. A Javier, enamorado del cine y de las personas, le conocí en una clase de la escuela de cine. Durante varias tardes del invierno y la primavera, con dos fotógrafos y una directora de arte, hemos rodado escenas de una sola toma, tendiendo los hilos de un guion muy pegado a sus vidas y a sus emociones verdaderas. Tendiéndole las redes al nacimiento del amor entre dos seres distintos. Un día añadí por sorpresa un elemento más: el actor César Tormo, que hace temblar un poquito el frágil acercamiento entre la mujer y el joven.

Así, hoy tenemos las imágenes de un pequeño corto que no sabemos si es ficción o documental, o si acabará formando parte de la película larga.

Mientras, recorro despacio mi barrio en las afueras, que será también el entorno de la película, tratando de ver la vida tal y como se vive entre los descampados del territorio obrero. Aquí la vida es dura y solo se puede vivir sencillamente y con un poco de solidaridad, que en la película estará representada por las colas de reparto de comida de las parroquias, las escuelas y las asociaciones de vecinos. Pienso en las palabras de Joan Maragall en Elogio del vivir: “No se trata aquí de filantropía ni de humanitarismo; se trata de amar; y solo lo vivo se puede amar en vivo, y solo amar en vivo es amar”.