Dicen que, en los lugares más remotos de nuestro mundo, como el Everest, se puede escuchar el silencio. Sin embargo, el verdadero silencio, la ausencia total de ruido, solo se puede experimentar en el espacio. Hemos construido cámaras a metros bajo tierra en un intento de capturar este silencio, pero incluso en este ambiente aislado, el ser humano se siente abrumado. Estamos tan acostumbrados al ruido que la ausencia total nos desequilibra.

Mi mundo siempre ha estado muy ligado al mundo del sonido, antes de dedicarme al guion y a la dirección de cine, estudié sonido y trabajé como sonidista en conciertos y rodajes. Hace 10 años, cuando empezaba la universidad, nos presentaron lo que era una cámara anecoica. Nos dejaron entrar y pasearnos por dentro. Recuerdo esa sensación como una de las cosas más extrañas que he experimentado. El sonido se movía y era distinto según caminabas. El rebote de las ondas sonoras era seco y creaba un efecto irreal, que para nada parecía de este mundo. En ese momento supe que allí había una historia. Así comenzó a surgir ECO. Una historia contada con los códigos de la ciencia ficción.

ECO habla sobre la identidad y de cómo nuestro entorno influye en ella. ¿Qué es lo que ocurre cuando empezamos a perder nuestra identidad? Y sobre todo, esta es una historia que pretende responder a la pregunta:

¿Somos realmente únicos?

Todo ello contado a través de los ojos de Anina, una científica acústica, ambiciosa, impulsiva, muy imperfecta, con mucho genio pero también brillante y reservada, con un mundo interior enorme que comienza a cuestionarse quién es después de descubrir que existe otra versión de ella misma.