Una película escrita por Miguel A. Trudu & Borja Glez. Santaolalla.

Jondo es cine negro de yakuzas y flamencos, un western gaditano con chicharrones, feriantes y katanas, un thriller de acción donde se pelea y lucha, como en una almadraba.

Una mañana de verano fui con mi padre a una pescadería en Algeciras para comprar atún rojo de almadraba. El pescadero me contó algo que me impresionó: hasta hace poco, más del 90% de los atunes que se pescaban en el Estrecho se iban directos para Japón –concretamente en el Suruga I, un buque japonés que aguardaba junto a la misma almadraba: los atunes ni siquiera pasaban por la lonja–. Hoy día esa cifra ha bajado a un 40%, pero sigue siendo una conexión muy fuerte entre la cultura gaditana y la japonesa. También lo es la música: la historia de los flamencos que han ido a tocar a Japón desde los años 60 sirve de punto de partida para construir ese improbable vínculo entre el gitano y el yakuza. El flamenco es otro protagonista, con sus silencios y contratiempos, marca el ritmo de esta película.

Dice Antonio Manuel (escritor, profesor y músico andaluz) que lo Jondo es “lo intocable, lo que se protege siempre, lo espiritual y tu familia, tu patria, tu matria, las palabras y sonidos que no pueden ser borrados”. Esta película explora esos lazos invisibles entre dos personajes opuestos, marginados, y los trasvases existentes entre sus culturas: la del atún, la fascinación por el flamenco o lo taurino, la familia, la que tienes, la que eliges, la que dejaste atrás… y la venganza que atraviesa a estos personajes. En Japón se dice que los padres dan la vida, pero es el Maestro quien enseña cómo vivirla. Tetsu encontrará en Juan a su Maestro, el Padre que le formó y enseñó a vivir.