Los nobles es espíritu de barrio. Un neoquinqui sin drogas ni navajazos, una extraña tragicomedia y un anhelo de capturar la ferocidad de una adolescencia que se escapa. Es una película de ficción que se empapará de la realidad del barrio en el que tendrá lugar su rodaje. Un barrio inundado, Vallecas Puerto de Mar, mote autoproclamado en irónica exigencia por falta de agua potable durante los años ochenta y que desde entonces ha sido emblema y espíritu de un barrio que es casi ciudad: un alma común de piratas, bucaneros y naufragados. Si Barrio (1998) contó Vallecas desde el prisma del aclamado realismo social del cambio de milenio, Los nobles retoma donde León de Aranoa lo dejó: en la magia que habita la adolescencia vallecana; en un relato que se fija más en gestos que en consignas, y que recupera la magia barrio bajera que traen películas como Los reyes del mundo (Laura Mora) o Güeros (Alonso Ruizpalacios), tomando prestada una espiritualidad latinoamericana que ahora puebla las calles de Madrid gracias a las oleadas migratorias de las últimas décadas. Es una película llena de colores de piel, culturas, etnias, llena de idiomas y dialectos, de calles y parques calientes, de sudorosas espaldas al desnudo y heridas en las rodillas. Una película atiborrada de chavales sin rumbo ni amarre y de adultos que quieren seguir siendo niños. Una propuesta de mitología de barrio mágica, vivaz y cómica.