Identikit
Julián Génisson
Sinopsis
Madrid, 2020, pero tal y como se lo imaginaría alguien en los 80. Matilde, retratista robot de la policía a punto de jubilarse, asiste con un ligue a un espectáculo de mentalismo. Cuando se ofrece voluntaria para que la hipnoticen, el hipnotizador le dice que no puede, porque ya está hipnotizada.
¿Es posible estar hipnotizada y no saberlo? Ella no se nota nada raro, pero claro, ¿qué se supone que debería notar? Como un hipocondríaco ante los primeros síntomas de un mal desconocido, Matilde no tarda en obsesionarse. ¿Cuánto tiempo lleva así, y, sobre todo, por qué? Tiene que salir de dudas.
Y así, Matilde se lanza a investigar su mundo, dispuesta a remontarse al pasado más lejano y a desconfiar de todos. Amigos y extraños, vivos y muertos: cualquiera puede ser el culpable. ¿En quién puede confiar una cuando ni sus propios recuerdos son fiables? Todo puede ser una pista cuando una misma no sabe lo que está buscando.
Proyecto
Identikit es una comedia de misterio, una fábula absurda, a ratos melancólica, sobre la identidad. Ante la sospecha de que alguien pueda estarla manipulando, Matilde se propone averiguar cómo ha llegado a ser la mujer que es. Pero, cuanto más escarba en su vida, más le cuesta reconocerse en ella, como una palabra que, de tanto repetirla, pierde todo sentido. ¿Hasta qué punto son suyos sus recuerdos, sus ideas, sus afectos, incluso sus gestos o sus preferencias gastronómicas: en definitiva, todo lo que la convierte en Matilde? ¿Qué es lo que queda de una persona cuando se le resta todo lo que no ha decidido libremente? No hay dos caras iguales, pero, como bien saben los retratistas robot, todas se pueden resumir en un puñado de rasgos genéricos y perfectamente intercambiables: tal contorno de labio, tal forma de oreja, tal tono de piel.
Ambientada en un futuro onírico y retro, luminoso y opresivo, de calles semivacías, imponentes estructuras de hormigón e interiores minimalistas y pop, Identikit es una película atmosférica, atenta a las texturas, los detalles, el off de los personajes. Tiene guiños al thriller italiano más paranoico de los 70 (Huellas de pisadas en la luna, La casa de las ventanas que ríen), pero también a cineastas contemporáneos como Peter Strickland (In Fabric) o Anna Biller (The Love Witch), que revisitan sin nostalgia la estética de la serie b para insuflarle ideas nuevas, y hablar con lucidez alucinada de lo más serio: el mal, la alienación, la política de género o la pérdida.
Sobre el Residente Julián Génisson
Madrid, 1982. Me licencié en filosofía, he sido traductor, soy cineasta y escribo.
En 2010 me junté con la guionista Lorena Iglesias y el músico Aaron Rux y formamos el colectivo audiovisual Canódromo Abandonado. Durante años hicimos vídeos de humor opresivo y shows en directo. En formato largo he escrito y dirigido La tumba de Bruce Lee y co-escrito y co-dirigido Esa sensación, con Juan Cavestany y Pablo Hernando. Mi última película, Inmotep, fue seleccionada en el Festival de Rotterdam y se estrenará en 2022.