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Vasos comunicantes y espíritu de grupo, las claves de Residencias Academia de Cine

Por María Gil
Fotografías de Alberto Ortega

Los 16 residentes comparten cómo están viviendo y cómo funciona este programa de ayuda a creadores cinematográficos, impulsado por la institución con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid

Foto: ©Alberto Ortega

Todos coinciden. El ansiado tiempo para convivir con sus guiones y la conexión con sus compañeros es lo que más destacan de Residencias Academia de Cine. Ocho meses después del inicio, en la recta final de esta primera edición y tras el cierre de la convocatoria de la segunda, el balance, según la coordinadora Inés Enciso, no puede ser más positivo. “Se ha confirmado que este era un programa absolutamente necesario y único ahora mismo en España”, asegura. Con la alerta sanitaria de la Covid-19, los residentes siguen desarrollando sus proyectos desde casa y la formación y mentorías continúan online para que los once largometrajes de ficción, dos documentales y tres series que apoya esta iniciativa puedan ser una realidad en el futuro. Más que nunca hacen honor al término con el que se llaman a sí mismos en broma: además de residentes, son ‘resistentes’.

“La escritura es probablemente el proceso más vulnerable en la creación de una película y este programa hace que no sea algo solitario”, celebra Pedro Collantes, que desarrolla en ‘Residencias’ el largometraje de ficción Fosfeno. “Te apoya desde la idea. Otros programas lanzan hacia la producción, cuando el proyecto ya está muy encauzado en su línea artística. Nosotros vamos al germen del proyecto. Desde ese momento, se le acompaña con una dotación económica mensual, mentores, formación, y por abrimos la puerta a la búsqueda de financiación y productores en la parte final”, explica Enciso, coordinadora de esta iniciativa.

«Este programa hace que la escritura no sea algo solitario» Pedro Collantes

Antes del confinamiento, cualquiera que se hubiera acercado a la sede de la Academia de Cine en Madrid, hubiera encontrado a los residentes escribiendo en la Biblioteca de la segunda planta, concentrados en sus portátiles. “Ver como crean y funcionan otras 15 personas que se dedican a lo mismo que tú sirve para ver qué cualidades te faltan y cuáles tienes”, subraya Lorena Iglesias, que pone el foco en que “el compromiso con la Academia y los deadlines”, le sirven “para estructurar mejor el trabajo” en su proyecto de serie Millenials mal.

“Tiempo, colectivo, conocimiento y confianza” son las palabras que le vienen a la cabeza a Txema Tørres –inmerso en el documental Esperando a Ajo– cuando piensa en Residencias. Por su parte, Beatriz Herzog pone el acento en los lazos de colaboración creativa. “Se han compartido y calmado las angustias propias del arranque de todo proceso creativo”, explica la creadora del proyecto de serie La hierba es negra.

Prueba de ello es el espacio ‘SOS Guion’ que propusieron los propios residentes y al que recurren cuando uno de ellos está atascado en la escritura.  Lanza un SOS a sus compañeros y todos se reúnen para ayudarle y darle feedback.

Destinado en principio a 15 proyectos, finalmente esta primera convocatoria respalda a 16, que van desde el western feminista contemporaráneo, al drama coming of age con tintes de realismo mágico, pasando por una adaptación libre de La caza, de Carlos Saura, o una cinta de terror psicológico. El último en sumarse a este grupo de residentes fue Diego Pininillos, con su serie El valor se le supone, después de que Guillermo García López fuera seleccionado para el programa de residencias Cinéfondation del Festival de Cannes, con el mismo proyecto que está alumbrando en Residencias Academia de Cine, Ciudad sin sueño.

Formación

Un frontón para las ideas

Cada residente cuenta con un mentor, que se escoge en función de los proyectos seleccionados. En esta edición, los consejos han venido de Pablo Berger, Fernando León de Aranoa, Carla Simón, Fernando Colomo y Anna R. Costa, que se reúnen mensualmente con los residentes a los que tutorizan durante una hora y media.

“Me siento como un big brother”, bromea Pablo Berger, que afronta las mentorías, como un diálogo entre cineastas. “Sin duda los residentes son jóvenes, pero todos con mucha experiencia y formación. Varios han dirigido largometrajes. Yo intento ser como la pared de un frontón donde ellos pueden lanzar ideas. Quiero que se sientan libres para dialogar conmigo sobre cualquier aspecto de su guion”, señala.

“Esta ha sido la primera vez que trabajaba con una mentoría”, explica desde París Guillermo García López, que desde el principio sintió “que Fernando León conocía el proyecto y la dirección que quiero tomar y juntos hemos puesto en cuestión muchas cosas sobre el guion. Fernando cuestiona, desafía, propone, respeta. Es un lujo”. Para Pedro Aguilera, su mentor ha sido “un primer lector libre de condicionamientos”, mientras que la nominada al Goya 2019 a Mejor Dirección Novel Andrea Jaurrieta, que desarrolla el largometraje de ficción Nina (en mi principio está el final), destaca como el trabajo con Carla Simón le ha ayudado “a conformar sin miedo mis atmósferas particulares dentro de la historia que quiero contar”.

Sobre este espacio de intercambio entre cineastas consolidados y emergentes, Berger incide en que “cada guionista-director tiene un ritmo y unas necesidades diferentes. Pero en general en las primeras reuniones hablamos mucho de la historia que quieren contar, de estructura, de personajes, de tono… pero también de experiencias personales”.

Foto. ©Alberto Ortega

Enredando con los Residentes

Al asesoramiento de los mentores, se suman las distintas masterclass, talleres monográficos, sesiones de formación en áreas como la propiedad intelectual, la internalización de proyectos o los Pitch y visitas a instituciones colaboradoras, como Madrid Film Office o Cineteca. Unas actividades que se adaptan a las necesidades de estos 16 creadores, a través del espacio ‘enREDando con los Residentes’.

“Nos juntamos una vez al mes y lo que hacemos nosotras es lanzar una batería de propuestas y recogemos las que ellos nos plantean. Si ellos no nos constatan que son útiles no tiene sentido ponerlas en marcha”, explica Enciso. “La labor de las coordinadoras Inés y Julia Mora ha sido vital, ya que han dinamizado actividades que nos han aportado mucho”, corrobora Amaya Villar, creadora y protagonista del proyecto de documental Culpa año cero (antes de mí).

José Mari Goenaga, Aitor Arregi, Jon Garaño, Belén Cuesta, Ángeles González Sinde, Alberto Rodríguez, Rafael Cobos, Jaime Rosales, Belén Funes, Greta Fernández son algunos de los directores, guionistas, actores y otros profesionales del audiovisual que han compartido sus experiencias con los residentes, a través de encuentros distendidos en el marco del programa. Encuentros de los que Marta Nieto se queda con que “no hay dos maneras de escribir iguales, como no hay dos maneras de dirigir ni interpretar igual. Y todas son válidas”. Nominada al Goya a Mejor Actriz Protagonista por Madre, prepara su salto a la dirección con la historia Lo mejor que podías hacer. “Encontrar mi manera de escribir un guion, es algo que estoy aprendiendo a hacer en la Academia”, asegura.

«Encontrar mi manera de escribir un guion, es algo que estoy aprendiendo a hacer aquí» Marta Nieto

La obligatoriedad de acudir diariamente a la institución –el programa es presencial parcialmente– no les ha impedido compaginar su residencias con otros proyectos profesionales. “Cuando me llamaron para incorporarme ya estaba trabajando en la serie Veneno de Javier Calvo y Javier Ambrossi. He tenido muchísima suerte porque tanto Suma Latina, como Atresmedia, como la propia Academia, me han facilitado el poder flexibilizar mi horario. Entendieron que esta era una oportunidad que iba a darme visibilidad y formación de cara a futuros trabajos”, rememora Diego Pininillos.  En la misma situación está Víctor Alonso-Berbel, que ha combinado al escritura de su proyecto Moderación con el desarrollo de dos series de ficción para Mediapro y Atresmedia Studios.

Por su parte, Pedro Collantes ha simultaneado la residencia con el rodaje y la posproducción de su primer largometraje, El arte de volver; Amaya Villar ha continuado con su labor como montadora; y Andrea Jaurrieta como docente de Historia del Cine;  mientras que Txema Tørres vive a caballo entre Sabadell y Madrid para ejercer en TV3 y desarrollar su proyecto en la institución. Otro ejemplo es Guillermo García López –ganador del Goya a Mejor Película Documental en 2016 por Frágil equilibrio– que ha compaginado las Residencias no solo con el programa de Cannes, sino también con Berlinale Talents y el Torino Film Lab.

Preocupados por la incidencia de la alerta sanitaria en el programa y cómo va a afectar la situación al sector en España y al interés por sus proyectos, los residentes continúan su formación de forma online.

“Estamos haciendo un esfuerzo grandísimo para que el programa se resienta lo menos posible. Ellos siguen trabajando desde casa y manteniendo el contacto con los mentores. Han hecho sesiones de asesoría de internacionalización de proyectos para poder ponerse en contacto con plataformas y festivales que buscan coproducciones con otros países. Cuentan también con analistas de guión que le están dando su feedback…”, enumera Enciso, que reconoce que la actividad que sí se ha visto afectada es el curso de dirección de actores.

“Es uno de los platos fuertes del programa, igual que el Pitch final, que sí se tienen que hacer de manera presencial. Estamos barajando todo tipo de escenarios, entre ellos que esa clausura, en lugar de hacerse en junio, tenga que pasar a julio o a septiembre”, adelanta la coordinadora.

En busca de productores y financiación

Alumbramiento, de Pau Teixidor; Apuntes para una ficción consentida, de Ana Serret; Ciudad sin sueño, de Guillermo García López; Culpa año cero (antes de mí), de Amaya Villar; Día de caza, de Pedro Aguilera; El cielo en la Tierra, de María Antón; El valor se le supone, de Diego Pinillos; Esperando a Ajo, de Txema Tørres; Fosfeno, de Pedro Collantes; La figura negra, de Mónica Demes; La hierba es negra, de Beatriz Herzog; Lo mejor que podías hacer, de Marta Nieto; Millennials mal, de Lorena Iglesias; Moderación, de Víctor Alonso-Berbel; Nina (en mi principio está el final), de Andrea Jaurrieta; y Una vez fue fuego, de Óscar Vicentelli han evolucionado mucho desde el inicio de ‘Residencias’, según sus responsables.

De este avance da cuenta Pedro Aguilera. “Se ha incorporado Lola Mayo como co-guionista y pronto tendremos una nueva versión del guion. He afianzado mi compromiso con el productor principal, Jaime Gona; se ha cerrado la participación de las tres actrices protagonistas: Carmen Machi, Rossy de Palma y Blanca Portillo; nos han concedido la ayuda a desarrollo de Ibermedia; hemos preparado dossieres del proyecto y mantenido otras reuniones que esperemos nos ayuden a avanzar en muchos aspectos al salir de la Academia. Estamos ahora en el punto inicial de la estrategia de financiación de Día de caza”, expone.

Con una versión prácticamente final del guion y un dossier completo de su largometraje Apuntes para una ficción consentida, Ana Serret, al igual que sus compañeros, espera “completar la financiación y empezar con la preproducción de la película” cuando acaben la Residencias.

Para ello, en la fase última del programa se realiza el mencionado Pitch final y los proyectos se conectan con productoras, televisiones y distribuidoras, en una suerte de “Celestina cinematográfica”, en palabras de Berger.  “Nos están abriendo muchas puertas y esperamos que de ahí salga alguna oportunidad”, desea Txema Tørres. “El respaldo de la Academia de Cine se ve externamente como un primer filtro. Cuando tienes que mandar un guion o reunirte con alguien esto hace que te tomen mucho más en serio”, revela Lorena Iglesias.

Un programa de todo el sector

En esta recta final, también se sientan las bases de la segunda edición, que respaldará a 20 creadores y para la que el Ayuntamiento de la capital ha reafirmado su compromiso. De nuevo, los proyectos seleccionados atenderán a la diversidad, la igualdad de género, la calidad artística, la viabilidad, la coherencia artística y la vinculación con Madrid.

Para esa nueva hornada de historias, que se anunciarán antes del 31 de julio de este año, la coordinadora se pone como objetivos seguir profundizando en que el programa sea algo vivo que se adapte al feedback de los residentes y “crear alianzas con otros programas y festivales que puedan servir de complemento, donde puedan ir y contar sus proyectos”. Siempre con la idea de lograr “que cada vez sea menos exclusivo de la Academia y vaya uniéndose con el resto del sector audiovisual para que sea algo que construimos entre todos”.

«Poder desarrollar largometrajes de ficción dignamente es una larga reivindicación» Alonso-Berbel

Residencias Academia de Cine viene a cubrir parcialmente una importante carencia en la industria. “Hay un contraste enorme entre los procesos de desarrollo de cine y televisión. Poder desarrollar largometrajes de ficción dignamente es una larga reivindicación. Excepto en películas de encargo, las productoras rara vez consideran entrar en un proyecto hasta que el guion está muy maduro y pulido, esperando relecturas sucesivas de un guion sin considerar las condiciones materiales en las que tenemos que escribir”, lamenta Víctor Alonso-Berbel. Feliz de haber encontrado este “espacio de libertad excepcional y apoyo económico”, remarca que no se puede perder de vista que “el objetivo sigue siendo un cambio de modelo: contratos de desarrollo profesionales, remunerados, y procesos muy colaborativos con las productoras”.

Residentes toda la vida

Esta primera convocatoria, que se desarrolla desde septiembre de 2019 hasta el sexto mes del año 2020, tenía previsto poner punto y final el próximo 16 de junio.  Pero la vinculación de los 16 creadores con el programa no acabará aquí. “La idea es que los residentes que vayan saliendo de las distintas ediciones sigan contando con nuestro apoyo. Ese catálogo final de cada edición lo seguiremos manteniendo en nuestra visita a los diferentes festivales y en los Pitch para que los productores sepan que esos proyectos están vivos y se pueden financiar”, subraya Enciso, que buscará “crear una comunidad de Residentes, donde puedan compartir, debatir, ayudarse y poner en marcha nuevos proyectos”.

“Algunas de las personas del grupo de directores-guionistas que se formó aquí me van a acompañar por el resto de mi carrera.”, asegura Mónica Demes, a la que secunda Alonso-Berbel: “Residentes ya lo somos para toda la vida, y estamos deseando acompañar y generar redes con las futuras generaciones”.

Si para la coordinadora, el triunfo de este programa sería que “fuera determinante no solo para sus proyectos, sino en sus carreras cinematográficas y en su formación como cineastas”, el deseo de Amaya Villar mira directamente al papel de la institución: “que las sinergias construidas aquí prevalezcan por mucho más tiempo, y que la Academia siga siendo nuestra casa, nuestro punto de encuentro y nuestro máximo referente como promotor del cine español”.

La reflexión de Beatriz Herzog viene a confirmar estas esperanzas: “La Residencia es un cambio vital. Un festival. Un máster. Una familia. Un sueño. Una oportunidad para desarrollar una idea en las mejores condiciones posibles para que termine en la mejor de las pantallas”.